Según el debate abierto ciento cincuenta años después de la muerte de
William Shakespeare en 1616, sobre la autoría de sus obras, los críticos se dividieron en dos vertientes. Por una parte los denominados stratfordianos, partidarios de que Shakespeare es el verdadero autor de su obra, y por otra los anti-strafordianos, defensores de la autoría a otro literato, manteniéndose hoy en día la porfía.
Incluso recientemente para meter aún más el dedo en la llaga el cine ha puesto de su parte en la cuestión, donde señalan en la película
Anonymous el nombre y apellidos a un hipotético autor en la sombra, subrayando al mismo tiempo una imagen oportunista y analfabeta de William Shakespeare. Imaginaros la irritación de los puristas y seguidores más radicales del dramaturgo.
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